Adolfo García-Sastre
Diario de Burgos
20/04/2025
Uno de los retos actuales de la ciencia médica consiste en el descubrimiento de tratamientos preventivos contra las enfermedades del sistema nervioso asociadas con el envejecimiento, comúnmente englobadas con el nombre de demencia. Entre las demencias, el alzhéimer es la forma más común. El alzhéimer es incurable y terminal y se caracteriza por una pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales debido a la muerte de células nerviosas (neuronas) que da lugar a que se atrofien diferentes zonas del cerebro. El alzhéimer aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad y tiene una duración media de 10 años, durante los cuales se van acrecentando la pérdida de la memoria, cambios en la personalidad, deterioro de la marcha, desorientación y cambios de humor, hasta que llega el momento en que las personas afectadas no recuerdan nada de sus vidas, pierden la movilidad, la noción del tiempo, no reconocen a sus seres queridos y necesitan atención constante. Gradualmente se pierden las funciones biológicas, lo que finalmente conlleva a la muerte.
En general, quitando una proporción pequeña de casos asociados con mutaciones genéticas, se desconoce la causa del alzhéimer. La incidencia para la aparición del alzhéimer es de 5 a 8 casos nuevos por año por cada mil personas. En la población europea, la prevalencia de alzhéimer entre los 65 y los 74 años de edad es de 0,97 %, aumentando a 7,66 % en el grupo de 75 a 84 años, y a 22,53 % en el grupo de más de 85 años. Las últimas investigaciones sobre las causas del alzhéimer han encontrado una correlación entre la frecuencia de enfermedades infecciosas en una persona y la probabilidad de sufrir esta demencia.
Eso podría explicarse si la estimulación frecuente de la respuesta inflamatoria inducida durante una infección diera lugar a una inflamación crónica en el cerebro, daño neuronal y la formación de placas amiloides en el cerebro, característica distintiva del alzhéimer. Entre los agentes infecciosos, se cree que los virus que dan lugar a infecciones latentes del cerebro con episodios de reactivación a lo largo de los años, como son el citomegalovirus, el virus zóster y otros virus herpes, podrían estar más relacionados con la inducción de alzhéimer.
Son, por tanto, muy interesantes los estudios en los últimos años que correlacionan varias vacunaciones con la disminución de la probabilidad de desarrollar alzhéimer. En concreto, distintos estudios realizados independientemente sobre el efecto de la vacuna contra el zóster, que actualmente está recomendada para las personas de edad avanzada, indican que aquellos que se vacunaron contra el zóster tuvieron una probabilidad más baja de desarrollar demencia en los siete años siguientes que los que no se vacunaron. Si eso se pudiera reproducir en estudios con un mayor número de pacientes, se demostraría que la vacuna del zóster no sólo protege contra la enfermedad popularmente conocida como el ‘culebrón’, es decir, el zóster, sino que también confiere cierta proporción de protección contra el alzhéimer.
Conviene también seguir trabajando en el desarrollo de vacunas contra otros virus herpes por si tuvieran el beneficio extra de no solo proteger contra infecciones con el herpes simplex o el citomegalovirus, sino también contra alzhéimer y otras demencias.
Adolfo García-Sastre
Diario de Burgos
20/04/2025
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