SALAMANCA: POR CAJAL Y LA CIENCIA

HOMENAJE A D. SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

Angélica Berrio Manrique

Angélica Berrio Manrique – Estudiante de la Universidad de Salamanca

Las ilustraciones y fotografías de Cajal podrían estar perfectamente colgadas en las paredes de un museo de arte. Tal era su talento para el dibujo y su pasión por la fotografía. Para suerte de la humanidad, no es la única razón por la que le conocemos: es el padre de la Neurociencia. A él debemos mucho en la humanidad, más aún dentro de España ya que su labor se llevó a cabo por completo aquí a pesar de las penurias que trajo consigo la inestabilidad económica de dedicarse a la investigación, por lo menos hasta la llegada de su Premio Nobel.

Sus descubrimientos fueron pioneros, y como los aportes de los grandes genios, desmontaron lo que se pensaba que era realidad hasta el momento. Su determinación, lucha, sensibilidad e inteligencia, hicieron que hoy podamos hablar de un referente reconocido internacionalmente a la altura de Newton. Inspirador, como es, de vocaciones científicas en todas partes del mundo, extraña, y yo diría más bien, acongoja, que su legado no esté siendo honrado con la misma fuerza con la que él impactó el mundo científico.

Nuestro Premio Nobel de medicina amerita un lugar donde poder admirar su legado, una suerte de mezcla artístico-científica de excelencia suma. Nosotros por nuestra parte merecemos ver su obra, maravillarnos e inspirarnos en ella. En resumen: él merece, nosotros merecemos, un Museo Ramón y Cajal.

Angélica Berrio Manrique
Universidad de Salamanca


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