Es tarea de los genios el abrir nuevos caminos, generar momentos disruptores que cambien el paradigma del mundo en su tiempo y abrir senderos que, por norma general, transitarán y reconocerán otros. 

En nuestro país hemos tenido la suerte de contar con un amplio grupo de los más grandes descubridores (o más bien encontradores), que nos han puesto en la vanguardia de la modernidad a lo largo de los siglos. Uno de ellos es Santiago Ramón y Cajal cuyo patrimonio científico y artístico nos ha brindado un legado interdisciplinario incalculable.

En mi caso, como es lógico, el rasgo que más me impresiona de Cajal es esa cualidad interdisciplinar, su gran talento como artista vinculado a su labor científica en un diálogo casi perfecto. Todos entendemos esto como un rasgo propio de las grandes mentes del Renacimiento, pero que más adelante en la historia parece que divergen tomando cada una su camino, hasta volverse a encontrar de manera radical no hace tanto tiempo, con el auge del diseño y las artes digitales a finales del siglo pasado (Cajal se adelantó 100 años también a eso) y que actualmente son el objeto de múltiples proyectos artístico-científicos, muchos de ellos emprendidos desde nuestra Universidad. 

Creo que el maestro entendía que el verdadero diálogo arte y ciencia no es poner herramientas al servicio de una u otra disciplina, sino dotar de nuevos caminos que se retroalimenten; los conceptos artísticos se convierten en certezas gracias a la ciencia, y los avances científicos dotan de nuevas realidades y procesos a las artes.

La imagen para el cartel de este homenaje se hace eco de esta realidad que personificó Cajal; partiendo de uno de sus dibujos que crece hasta crear un campo neuronal digital que nos habla de la computación, la contemporaneidad, la plasticidad (artística y cerebral) y su persona como estandarte de estos valores, y de la siguiente frontera del conocimiento que nos abrió Cajal, el cerebro humano.

Antonio Diu.
Artista gráfico.
https://www.antoniodiu.com/