SALAMANCA: POR CAJAL Y LA CIENCIA

HOMENAJE A D. SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

Alberto J. Schuhmacher

Alberto Jiménez Schuhmacher – Investigador ARAID

Vivimos inmersos en una revolución biomédica desde la primera parte del siglo XXI que ha incluido la secuenciación del genoma humano, la edición genética mediante herramientas CRISPR/Cas y la generación de células madre inducidas. La pandemia ha puesto en evidencia que vivimos una revolución biotecnológica sin precedentes y nos ha mostrado el poder de la biomedicina. Pese a todo el daño que nos ha afligido la Covid-19, los avances en la investigación biomédica de las últimas décadas nos han permitido estar mejor pertrechados. Pudimos disponer del genoma de SARS-Cov-2 en apenas unos días permitiendo comenzar a desarrollar test diagnósticos, vacunas y tratamientos que han batido todos los récords.

A consecuencia de la pandemia de la Covid-19 la sociedad española está tomando conciencia de la importancia de la investigación y de la ciencia. La próxima gran revolución viene de las neurociencias, del desarrollo de las neurotecnologías y la inteligencia artificial. Diversas iniciativas a nivel global, inspiradas por el éxito de la secuenciación de genomas, están avanzando en “decodificar el cerebro” los últimos años. Tras más de un siglo, por fin, se dispone de las herramientas para entender el cerebro y esto tiene unas implicaciones enormes, abre el potencial para el desarrollo de nuevas industrias y plantea muchos retos éticos. España tiene mucho que decir, un Museo de Cajal y su Escuela permitiría servir de instrumento para educar a la sociedad en estos nuevos retos y nos posicionaría internacionalmente como referentes en este ámbito.

Santiago Ramón y Cajal es el padre de las neurociencias, equiparable a Darwin, Newton, Einstein o Curie. El reconocimiento internacional por Cajal y su obra fue y sigue siendo enorme en el extranjero. Sin embargo, su figura es desconocida en nuestro país, pese a ser el único Premio Nobel en ciencias en España (Severo Ochoa lo recibió como ciudadano americano por sus trabajos desarrollados en Nueva York). Pero no debe desvincularse de su Escuela, tres de sus discípulos (Pío del Río-Hortega, Fernando de Castro y Rafael Lorente de Nó) pudieron conseguir un segundo, tercer y cuarto Premio Nobel. Además, Cajal incorporó mujeres en su escuela y así las reconoció. Algo insólito en la época. Cajal es un ejemplo de valores de esfuerzo, trabajo, perseverancia e independencia de juicio. Un proyecto museístico bien coordinado permitiría emplearlo para despertar vocaciones científicas entre las generaciones futuras.

En 2017, la Unesco inscribió el Archivo Cajal y de la Escuela Neurohistológica Española como parte del Programa Memoria del Mundo. En esta lista hay pocos científicos como Newton, Pasteur, Copérnico o Lineo. Es la única escuela reconocida en dicho programa. Nuestro país conserva gran parte de su legado y del de su escuela. Un museo permitirá realizar acciones para adquirir, resguardar, custodiar, conservar, restaurar, catalogar, investigar, exhibir y divulgar este valioso patrimonio. Actualmente esta labor se lleva a cabo por investigadores en neurociencias, con buenísima intención, pero sin conocimientos de conservación y museología y sin medios, lo que pone en riesgo el patrimonio, su conservación y una correcta difusión. Concentrar el patrimonio de Cajal permitiría, además, realizar exposiciones temporales e itinerantes, realizar intercambios culturales con otros museos, así como actividades culturales. También de forma internacional lo que relanzaría la posición de la ciencia española internacionalmente permitiendo reivindicar, revalorar, rehabilitar y fortalecer nuestra tradición y cultura científica. A este museo podrían asociarse muchos congresos internacionales lo que reforzaría la proyección internacional de la ciencia española.

Cajal es una figura clave de sociedad española y mucho más que un científico. Deberían cubrirse otros aspectos como “Cajal dibujante” cuyos dibujos suscitan gran interés e inspiración. El ciclo de exposiciones “The beautiful brain” en los EEUU así lo constatan. Críticos de arte como Jerry Saltz, de la revista New York magazine lo compara con Miguel Ángel y ha inspirado a autores como Tanguy, Masson, Miró, Ernst y otros artistas en los inicios del movimiento surrealista. También habría que cubrir a “Cajal fotógrafo”, “Cajal escritor” y a “Cajal Inventor”. Pero Cajal fue más que un científico y un intelectual. Fue una persona comprometida que desde su posición y reconocimiento contribuyó a transformar la sociedad de su época. Era un regeneracionista, quería transformar la sociedad a través de la educación y la investigación. Promovió la Junta de Ampliación de Estudios, fue pionero en la creación de “programas ERASMUS” y durante dos décadas fue senador del reino y participó activamente en la política científica de la nación.


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