SALAMANCA: POR CAJAL Y LA CIENCIA

HOMENAJE A D. SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

Fernando de Castro Soubriet - Instituto Cajal-CSIC. Madrid

Fernando de Castro Soubriet, Instituto Cajal – CSIC

Cajal sentó las bases de la moderna Neurociencia, de cómo estudiar nuestro cerebro en condiciones normales y patológicas. En esa tarea, inicialmente solitaria, desde 1902 se fueron incorporando una serie de neurocientíficos que conocemos, de forma colectiva, como la Escuela Neurológica Española. Esos neurocientíficos no sólo fueron completando tareas emprendidas por el propio Cajal, sino que con Achúcarro y Río-Hortega se abre a la Neuropatología, y con de Castro y Lorente de Nó a la Neurofisiología. La dimensión de Cajal como uno de los cinco científicos más determinantes de la Historia de la Ciencia, junto a Galileo, Newton, Darwin o Einstein, como ya dijo Severo Ochoa y nos vamos haciendo eco cada vez más científicos, se completa con una faceta que no es menor: Cajal quiso y supo generar una escuela de colaboradores que le igualasen o, si fuese posible, le superasen en aspectos concretos, como él mismo dejó escrito que era su deseo con motivo de su ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina, ya antes de tener esa escuela y de obtener el Premio Nobel. Otro laureado Nobel fundamental para la Neurociencia, como Charles Sherrington, en el obituario de Cajal para el boletín de la Royal Society, dejó escrito: “si alguien hizo escuela fue él [Cajal]”, y resalta las contribuciones de los más destacados de los discípulos de Cajal. Aunque parezca mentira, no es frecuente que las grandes figuras sepan generar una escuela de discípulos directos que aporten a la altura del Maestro. La Historia de la Ciencia Española sería muy diferente y, sobre todo, se tendría que contar de forma muy diferente si Pío del Río-Hortega (en 1929 y 1937), Fernando de Castro (en 1938) y/o Rafael Lorente de Nó (en 1949, 1950, 1952 y 1953) hubiesen conseguido un segundo, tercero o cuarto premio Nobel, pues estuvieron muy cerca de conseguirlos en esos años, respectivamente. Y no sólo la Historia: la realidad del sistema español de I+D sería, forzosamente, diferente, pues no hubiese sido tan ninguneado y maltratado como lo es actualmente, con financiación media de apenas un 20% de lo que destinan países como Corea del Sur, Taiwán, Israel, USA, Austria o Alemania a sus investigadores, hoy día. La inclusión de los archivos de Santiago Ramón y Cajal, su hermano Pedro, Pío del Río-Hortega, Fernando de Castro y Rafael Lorente de Nó por parte de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad es una demostración inequívoca de la relevancia de la contribución de la Ciencia Española al acervo del conocimiento científico mundial. Generar un Museo de Cajal y la Escuela Neurológica Española es una deuda para con nuestra sociedad española y el conjunto de la Humanidad y, desde luego, una oportunidad para el reconocimiento del sistema español de I+D, tan necesitado de escaparates de alcance verdaderamente universal en el que la sociedad pueda comprobar en qué invierte, lo necesario de aumentar esas inversiones al nivel de los países de nuestro entorno y la necesidad de generar nuevas generaciones de científicos que investiguen desde España para poder generar riqueza en España.


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